A veces
surgen las casualidades y van fluyendo. Parece como si ciertas cosas estuviesen
predestinadas a suceder o a coincidir.
Estas Navidad pasada nos visitó en la tienda Rodrigo Méndez de
Forjas del Salnés . Me había invitado a la reunión de amigos que celebran todos
los años por Nochebuena en la bodega. Siempre me ha sido
imposible acudir, es un día de muchísimo trabajo en la
tienda. Así que me toca verlo desde las redes sociales observando la
cantidad de burbujas que abren. Otro año más, declinaba
amablemente su invitación, pero quedamos en dejar pasar las fiestas e ir a
conocer la bodega actual, probar los vinos y pasar un rato entre viñas. A eso
no podía negarme, ya le había visitado en su antigua bodega
y no conocía la actual, quedamos para concretar.
Posteriormente
el amigo Josiño Taberneiro colgó
en las redes sociales su viaje por el Salnés con un
amigo portugués, recorriendo varias bodegas y templos del vino de
la zona. Ahí se terminó de prender la mecha. Aprovecharía un día para recorrer el Salnés y
conocer más de cerca proyectos y gente que me interesan.
Con Josiño Taberneiro |
Ahora
tocaba elegir las visitas y concretar las agendas, contactar con las bodegas y
por suerte todos estaban disponibles y pudimos empezar el viaje.
La
primera parada fue con Alberto Nanclares, aunque hace tiempo que lo conozco,
hace poco tiempo que empecé a trabajar sus vinos. Su historia es muy curiosa,
como un barco le llevó a ser viticultor en Castrelo, a
dejar su trabajo y terminar vendiendo el barco, todo por una viña que estaba
incluida en la casa a la que les llevó el barco, Paraje Mina.
Todo comenzó vendiendo la uva a una gran bodega
y cultivándola bajo supervisión. Un día se animó a podar él mismo la viña y en ese momento el marinero
dejó paso al viticultor.
Alberto Nanclares en el viñedo que le hizo dejar el barco, Paraje Mina |
Mientras
paseamos por la viña, nos cuenta la reconversión del viñedo a prácticas más sostenibles, biodinámicas.
Cómo se reflejan esos cambios en los vinos y las diferencias entre las parcelas en las que empezaron antes esa reconversión y, las que han alquilado recientemente que estaban muy castigadas por herbicidas y productos sistémicos.
Cómo se reflejan esos cambios en los vinos y las diferencias entre las parcelas en las que empezaron antes esa reconversión y, las que han alquilado recientemente que estaban muy castigadas por herbicidas y productos sistémicos.
Alberto es un
artesano del vino, elabora lo que producen sus fincas en propiedad y las que
tiene alquiladas, no compra uva y su filosofía en bodega es de no intervención.
Una vez
en bodega empezamos a probar los depósitos que serán Tempus Vivendi (todavía nos queda la anterior añada en la tienda) y Dandelion 2014, procedente de las viñas que
gestiona desde hace menos tiempo y que aún están en proceso de reconversión.
Probamos el depósito de Nanclares 2014. La nariz es más sobria, pero tiene una boca que enamora, es algo común a
todas las bodegas de este paseo, los vinos básicos destacan en nariz, pero los grandes
tienen toda la fuerza en la boca, más estructura y mucho más largos que sus
hermanos pequeños, a pesar de elaborarse idénticamente.
Después pasamos
al Fudre donde elabora Soverribas 2014,
uva procedente de un viñedo de Padrenda.
Fudre de Soverribas y depósitos de Nanclares. |
Después probamos las elaboraciones
en barricas, tiene un pequeño parque de barricas de 500l y 300l donde elabora
las etiquetas más recientes y de producción más limitada.
Barricas de Paraje Mina y Coccinella |
Aquí probamos Paraje Mina, el
vino que procede de la finca anexa a la casa y génesis de la bodega, también el más reciente Coccinella, procedente de una finca con viña muy vieja.
Alberto con Paraje Mina |
Es curioso ver como las barricas que ya no
sirven en las grandes bodegas son las idóneas para
las elaboraciones mas artesanales de Alberto,
lo que ya no aporta al vino es justo lo que buscan los pequeños vitivinicultores.
Finalizamos disfrutando de una botella de Nanclares y una charla con Alberto,
antes de emprender camino a nuestra segunda etapa.
Mural en la entrada de la bodega |
El tiempo pasa volando, sobre todo cuando
disfrutas, quizás por ello llegamos más tarde de lo
previsto y teníamos que elegir, o visitar el viñedo o
probar todos los vinos, como yo había visitado los viñedos con anterioridad
decidimos quedarnos en la bodega y conocer la infinidad de elaboraciones de Rodri.
Rodrigo Méndez sacando Leirana Finca Genoveva 2014 |
Si algo llama la atención en la bodega es la cantidad de
barricas. Creo que hay más barricas que depósitos de Inox. De
hecho, incluso sus vinos básicos tienen una pequeña parte de vino que
ha pasado por barrica.
Empezamos probando Leirana, el único vino de la bodega que se elabora con
control de temperatura, después pasamos a probar unos vinos que
elabora con Raúl Pérez y destinados a otros mercados y los fudres de Leirana Finca Genoveva.
Fudres de Leirana Finca Genoveva |
El fudre de
la izquierda había llegado para esta vendimia 2014, por
lo que durante varios años el vino se destina a la mezcla del Leirana, hasta que tenga el uso necesario para poder embotellarlo directamente y
sin mezclas.
Selfie con los Fudres |
Después pasamos a las elaboraciones más pequeñas. Pudimos probar lo rico que está el Sketch 2014, Leirana A Telleria y
pasamos a los tintos.
Aquí probamos Caíños, Espadeiros, Loureiros y una novedad, un Pedral con
un poco de Caíño.
Barricas en Forjas del Salnés |
Es increíble el
trabajo de Rodri por poner en valor y dar a conocer los tintos de Rías Baixas. Sin duda, con el tiempo se reconocerá una labor pionera y haber abierto un camino, gracias al
cual podemos disfrutar cada día de mas tintos. No hay que olvidar que la zona era de
tintos hasta el boom del albariño en los años 90. Ahora unos cuantos locos están rescatando cepas autóctonas del
arranque.
Tocaba descansar y recuperar fuerzas,
hicimos parada en el Ribeira de Fefiñanes para disfrutar de una botella del Pedral de Rodri.
Botella de Pedral esperando la comida |
La siguiente etapa era Attis, la bodega está situada en Meaño, a poca distancia del Restaurante Penaguda propiedad de la familia, allí disfrutamos de un bacalao a la brasa
delicioso.
Selfie en la entrada de la bodega |
Aquí mis referencias eran
menores, trabajo desde hace un tiempo sus albariños Attis y Xion. Tenía
pendiente desde hace un año una visita a la bodega y poder probar sus tintos,
los había probado embotellados en A Emoción dos Viños, una feria imprescindible que se celebra en Tuy. También había conocido a Jean François Hébrard, el enólogo que desde hace unos años
les asesora en la elaboración.
Vista de la sala de elaboración de Attis |
Nos encontramos con una moderna bodega,
realizada pensada en la comodidad para trabajar y con la tecnología necesaria para las elaboraciones
actuales, también con la de mayor capacidad de las que
visitamos hoy, una bodega excavada en la piedra y realmente muy agradable.
Robus sacando Nana para probarlo |
Aquí se combinan uvas de
parcelas propias y otras controladas, mediante alquiler o acuerdos con los
propietarios. De los viñedos más jóvenes probamos el Xion. Como en las bodegas anteriores, mucho más
expresivo en nariz que sus hermanos mayores. Probamos Attis, ambas elaboraciones son en depósitos de Inox. Después pasamos a Nana, elaborado en barrica y una elaboración de una parcela Embajador. Un vino que
aún no está en el mercado y que en breve saldrá la añada 2012.
Barricas de Attis Tinto |
Después toco el turno a los
tintos, probamos el Xion Tinto y los Attis monovarietales, Sousón, Pedral y Espadeiro. Me sorprendió el Sousón, mucho más accesible y
agradable que los de la zona del Ribeiro, que suelen necesitar de tiempo en botella antes de revelar
el potencial que tienen.
Del Pedral tengo menos referencias, aunque habíamos probado el de Rodri unas horas antes.
Selección de Robus para probar los embotellados |
Cuando parecía que
la cita llegaba a su fin, Robus nos indico que ahora tocaba probar los
vinos embotellados,
para ello nos acercamos al Restaurante Penaguda donde disfrutamos de una cena y
pudimos probar algunos vinos que saldrán en breve al mercado. Entre ellos 2 vinos dulces,
uno procedente de uva sobremadura y otro, debido a la parada fermentativa
que deja azúcar residual.
También pudimos
probar un capricho, el Attis Mar 2013, un Attis que
cierran con tapón de cristal y lo introducen a 30 metros bajo
el mar en una batea de mejillones. La diferencia de presión y, sobretodo el continuo movimiento de las corrientes marinas hacen que el vino
evolucione más rápidamente pero sin oxidarse. Pudimos compararlo
con su hermano el Attis 2013 y confirmar las diferencias
existentes a pesar de ser el mismo vino en origen.
Puesta de sol desde Attis, con la playa de La Lanzada al fondo. |
Fue un broche perfecto a
un gran día, donde
conocimos diferentes elaboradores y elaboraciones del Albariño en
poco más de 10Km a la redonda. Todos ellos buscan la autenticidad y la máxima calidad
en sus elaboraciones, con el principio de que el vino se hace en el viñedo y en
la bodega únicamente hay que conseguir que se exprese y
saque todo el potencial de la uva. Eso lo hacen a través de
prácticas responsables con el entorno, con rendimientos bajos y con los mínimos tratamientos y más naturales posibles en la viña.
Unos días antes
de este paseo, nuestro amigo Mariano Fisac, autor
del blog Mileurismo Gourmet, publicaba su libro Galicia entre Copas,
donde nos cuenta sus visitas a varias bodegas de Galicia, entre las que se encuentran las 3 de
este paseo.
He preferido no leer esa parte del libro todavía, para
poder reflejar mi visión y no recibir influencias
"externas", pero tanto el libro de Mariano como esta jornada me han
hecho reflexionar.
Es increíble la cantidad de bodegas que tenemos a
un paso y que apenas conocemos. Nos contaba Alberto, la visita de la sumiller de un
restaurante de Estados Unidos. La chica había preparado sus vacaciones para visitar Oporto y subir a Galicia para conocer los vinos que vende en el
restaurante. Ella se costeó el desplazamiento y contacto con los productores
para realizar las visitas. Estoy convencido, que un porcentaje muy alto de
hosteleros y tenderos (como yo) de nuestra zona, ha visitado más bodegas de Rioja o
Ribera del Duero que de Rías Baixas. Casi
siempre en viajes organizados por distribuidores y que son más un premio, donde
se les agasaja continuamente, pero que difícilmente puedes conocer que hay detrás del
vino que trabajas.
Creo que esa falta de profesionalización, es clave para que nuestra zona pueda
despegar y, tenemos que ser los primeros embajadores de los productos de nuestra
tierra. Es imprescindible conocer lo que vendemos y lo que no vendemos, para así poder
transmitir lo que hay detrás de una botella de vino. Se que alguna
gente lleva tiempo haciéndolo, hay que
reconocer que se nota cuando los ves trabajar.
Así que
desde aquí, os animo a todos a que os acerquéis a
las bodegas a conocer que hay detrás de esa botella de vino y a disfrutarla
con su autor.
Si necesitáis algún consejo o ayuda para organizar esas visitas, podéis contactar con nosotros y os prepararemos una, que nunca olvidaréis.
Porque #GaliciaMola
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