viernes, 13 de marzo de 2015

Redescubriendo el Albariño

A veces surgen las casualidades y van fluyendo. Parece como si ciertas cosas estuviesen predestinadas a suceder o a coincidir.

Estas Navidad pasada nos visitó en la tienda Rodrigo Méndez de Forjas del Salnés . Me había invitado a la reunión de amigos que celebran todos los años por Nochebuena en la bodega. Siempre me ha sido imposible acudir, es un día de muchísimo trabajo en la tienda. Así que me toca verlo desde las redes sociales observando la cantidad de burbujas que abren. Otro año más, declinaba amablemente su invitación, pero quedamos en dejar pasar las fiestas e ir a conocer la bodega actual, probar los vinos y pasar un rato entre viñas. A eso no podía negarme, ya le había visitado en su antigua bodega y no conocía la actual, quedamos para concretar.


Posteriormente el amigo Josiño Taberneiro colgó en las redes sociales su viaje por el Salnés con un amigo portugués, recorriendo varias bodegas y templos del vino de la zona. Ahí se terminó de prender la mecha. Aprovecharía un día para recorrer el Salnés y conocer más de cerca proyectos y gente que me interesan.

Con Josiño Taberneiro
Ahora tocaba elegir las visitas y concretar las agendas, contactar con las bodegas y por suerte todos estaban disponibles y pudimos empezar el viaje.


La primera parada fue con Alberto Nanclares, aunque hace tiempo que lo conozco, hace poco tiempo que empecé a trabajar sus vinos. Su historia es muy curiosa, como un barco le llevó a ser viticultor en Castrelo, a dejar su trabajo y terminar vendiendo el barco, todo por una viña que estaba incluida en la casa a la que les llevó el barco, Paraje Mina. Todo comenzó vendiendo la uva a una gran bodega y cultivándola bajo supervisión. Un día se animó a podar él mismo la viña y en ese momento el marinero dejó paso al viticultor.

Alberto Nanclares en el viñedo que le hizo dejar el barco, Paraje Mina
Mientras paseamos por la viña, nos cuenta la reconversión del viñedo a prácticas más sostenibles, biodinámicas.
mo se reflejan esos cambios en los vinos y las diferencias entre las parcelas en las que empezaron antes esa reconversión y, las que han alquilado recientemente que estaban muy castigadas por herbicidas y productos sistémicos.

Alberto es un artesano del vino, elabora lo que producen sus fincas en propiedad y las que tiene alquiladas, no compra uva y su filosofía en bodega es de no intervención.
Una vez en bodega empezamos a probar los depósitos que serán Tempus Vivendi (todavía nos queda la anterior añada en la tienda) y Dandelion 2014, procedente de las viñas que gestiona desde hace menos tiempo y que aún están en proceso de reconversión. 
Probamos el depósito de Nanclares 2014.  La nariz es más sobria, pero tiene una boca que enamora, es algo común a todas las bodegas de este paseo, los vinos básicos destacan en nariz, pero los grandes tienen toda la fuerza en la boca, más estructura y mucho más largos que sus hermanos pequeños, a pesar de elaborarse idénticamente.

Después pasamos al Fudre donde elabora Soverribas 2014, uva procedente de un viñedo de Padrenda.

Fudre de Soverribas y depósitos de Nanclares.
Después probamos las elaboraciones en barricas, tiene un pequeño parque de barricas de 500l y 300l donde elabora las etiquetas más recientes y de producción más limitada.

Barricas de Paraje Mina y Coccinella
Aquí probamos Paraje Mina, el vino que procede de la finca anexa a la casa y génesis de la bodega, también el más reciente Coccinella, procedente de una finca con viña muy vieja.

Alberto con Paraje Mina
Es curioso ver como las barricas que ya no sirven en las grandes bodegas son las idóneas para las elaboraciones mas artesanales de Alberto, lo que ya no aporta al vino es justo lo que buscan los pequeños vitivinicultores.
Finalizamos disfrutando de una botella de Nanclares y una charla con Alberto, antes de emprender camino a nuestra segunda etapa.

Mural en la entrada de la bodega
El tiempo pasa volando, sobre todo cuando disfrutas, quizás por ello llegamos más tarde de lo previsto y teníamos que elegir, o visitar el viñedo o probar todos los vinos, como yo había visitado los viñedos con anterioridad decidimos quedarnos en la bodega y conocer la infinidad de elaboraciones de Rodri.

Rodrigo Méndez sacando Leirana Finca Genoveva 2014

Si algo llama la atención en la bodega es la cantidad de barricas. Creo que hay más barricas que depósitos de Inox. De hecho, incluso sus vinos básicos tienen una pequeña parte de vino que ha pasado por barrica. 
Empezamos probando Leirana, el único vino de la bodega que se elabora con control de temperatura, después pasamos a probar unos vinos que elabora con Raúl Pérez y destinados a otros mercados y los fudres de Leirana Finca Genoveva.


Fudres de Leirana Finca Genoveva
El fudre de la izquierda había llegado para esta vendimia 2014, por lo que durante varios años el vino se destina a la mezcla del Leirana, hasta que tenga el uso necesario para poder embotellarlo directamente y sin mezclas.

Selfie con los Fudres
Después pasamos a las elaboraciones más pequeñas. Pudimos probar lo rico que está el Sketch 2014, Leirana A Telleria y pasamos a los tintos.
Aquí probamos Caíños, Espadeiros, Loureiros y una novedad, un Pedral con un poco de Caíño.

Barricas en Forjas del Salnés
Es increíble el trabajo de Rodri por poner en valor y dar a conocer los tintos de Rías Baixas. Sin duda, con el tiempo se reconocerá una labor pionera y haber abierto un camino, gracias al cual podemos disfrutar cada día de mas tintos. No hay que olvidar que la zona era de tintos hasta el boom del albariño en los años 90. Ahora unos cuantos locos están rescatando cepas autóctonas del arranque.

Tocaba descansar y recuperar fuerzas, hicimos parada en el Ribeira de Fefiñanes para disfrutar de una botella del Pedral de Rodri.

Botella de Pedral esperando la comida
La siguiente etapa era Attis, la bodega está situada en Meaño, a poca distancia del Restaurante Penaguda propiedad de la familia, allí disfrutamos de un bacalao a la brasa delicioso.

Selfie en la entrada de la bodega
Aquí mis referencias eran menores, trabajo desde hace un tiempo sus albariños Attis y Xion. Tenía pendiente desde hace un año una visita a la bodega y poder probar sus tintos, los había probado embotellados en A Emoción dos Viños, una feria imprescindible que se celebra en Tuy. También había conocido a Jean François Hébrard, el enólogo que desde hace unos años les asesora en la elaboración.

Vista de la sala de elaboración de Attis
Nos encontramos con una moderna bodega, realizada pensada en la comodidad para trabajar y con la tecnología necesaria para las elaboraciones actuales, también con la de mayor capacidad de las que visitamos hoy, una bodega excavada en la piedra y realmente muy agradable.

Robus sacando Nana para probarlo
Aquí se combinan uvas de parcelas propias y otras controladas, mediante alquiler o acuerdos con los propietarios. De los viñedos más jóvenes probamos el Xion. Como en las bodegas anteriores, mucho más expresivo en nariz que sus hermanos mayores. Probamos Attis, ambas elaboraciones son en depósitos de Inox. Después pasamos a Nana, elaborado en barrica y una elaboración de una parcela Embajador. Un vino que aún no está en el mercado y que en breve saldrá la añada 2012.

Barricas de Attis Tinto
Después toco el turno a los tintos, probamos el Xion Tinto y los Attis monovarietales, Sousón, Pedral y Espadeiro. Me sorprendió el Sousón, mucho más accesible y agradable que los de la zona del Ribeiro, que suelen necesitar de tiempo en botella antes de revelar el potencial que tienen. 
Del Pedral tengo menos referencias, aunque habíamos probado el de Rodri unas horas antes.

Selección de Robus para probar los embotellados
Cuando parecía que la cita llegaba a su fin, Robus nos indico que ahora tocaba probar los vinos embotellados, para ello nos acercamos al Restaurante Penaguda donde disfrutamos de una cena y pudimos probar algunos vinos que saldrán en breve al mercado. Entre ellos 2 vinos dulces, uno procedente de uva sobremadura y otro, debido a la parada fermentativa que deja azúcar residual.

También pudimos probar un capricho, el Attis Mar 2013, un Attis que cierran con tapón de cristal y lo introducen a 30 metros bajo el mar en una batea de mejillones. La diferencia de presión y, sobretodo el continuo movimiento de las corrientes marinas hacen que el vino evolucione más rápidamente pero sin oxidarse. Pudimos compararlo con su hermano el Attis 2013 y confirmar las diferencias existentes a pesar de ser el mismo vino en origen.

Puesta de sol desde Attis, con la playa de La Lanzada al fondo.
Fue un broche perfecto a un gran día, donde conocimos diferentes elaboradores y elaboraciones del Albariño en poco más de 10Km a la redonda. Todos ellos buscan la autenticidad y la máxima calidad en sus elaboraciones, con el principio de que el vino se hace en el viñedo y en la bodega únicamente hay que conseguir que se exprese y saque todo el potencial de la uva. Eso lo hacen a través de prácticas responsables con el entorno, con rendimientos bajos y con los mínimos tratamientos y más naturales posibles en la viña.

Unos días antes de este paseo, nuestro amigo Mariano Fisac, autor del blog Mileurismo Gourmet, publicaba su libro Galicia entre Copas, donde nos cuenta sus visitas a varias bodegas de Galicia, entre las que se encuentran las 3 de este paseo. 

                                            

He preferido no leer esa parte del libro todavía, para poder reflejar mi visión y no recibir influencias "externas", pero tanto el libro de Mariano como esta jornada me han hecho reflexionar. 


Es increíble la cantidad de bodegas que tenemos a un paso y que apenas conocemos. Nos contaba Alberto, la visita de la sumiller de un restaurante de Estados Unidos. La chica había preparado sus vacaciones para visitar Oporto y subir a Galicia para conocer los vinos que vende en el restaurante. Ella se costeó el desplazamiento y contacto con los productores para realizar las visitas. Estoy convencido, que un porcentaje muy alto de hosteleros y tenderos (como yo) de nuestra zona, ha visitado más bodegas de Rioja o Ribera del Duero que de Rías Baixas. Casi siempre en viajes organizados por distribuidores y que son más un premio, donde se les agasaja continuamente, pero que difícilmente puedes conocer que hay detrás del vino que trabajas. 
Creo que esa falta de profesionalización, es clave para que nuestra zona pueda despegar y, tenemos que ser los primeros embajadores de los productos de nuestra tierra. Es imprescindible conocer lo que vendemos y lo que no vendemos, para así poder transmitir lo que hay detrás de una botella de vino. Se que alguna gente lleva tiempo haciéndolo, hay que reconocer que se nota cuando los ves trabajar.

Así que desde aquí, os animo a todos a que os acerquéis a las bodegas a conocer que hay detrás de esa botella de vino y a disfrutarla con su autor. 
Si necesitáis algún consejo o ayuda para organizar esas visitas, podéis contactar con nosotros y os prepararemos una, que nunca olvidaréis. 

Porque #GaliciaMola


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